domingo, 28 de septiembre de 2014

El último gran pintor de almas


Como cité en un artículo anterior, más o menos a partir de la época en la que surgió el modernismo, y más tarde, las sucesivas vanguardias, los artistas dejaron de pintar con una transcendencia más allá de lo estético. Se comenzó a pintar, por decirlo así, más con la vista y el corazón que con el cerebro. Y si, muchos diréis que esto es más que obvio ¿no? Y ahora pregunto: ¿Habéis oído alguna vez que posiblemente el alma esté en el cerebro?
Entre varios nombres de eternos artistas de vanguardia como Cezanne, Picasso, Mondrian o Malévich, entre otros, nos encontramos con uno que quizás sea nuestro artista más famoso e internacional, el inmortal Salvador Dalí.
Nacido en Figueras, Gerona en el año 1904, Nuestro Dalí, desde muy pequeño dio síntomas de "locura", de niño "raro", un niño que solo quería llamar la atención. En algunas ocasiones el contaba que en el recreo de su colegio, mientras otros niños jugaban, de repente se oía un grito de dolor, era el niño Salvador Dalí corriendo hacia un muro a toda velocidad golpeándose con uno de los pilares de piedra del sitio de recreo. Todos le preguntaban que qué hacía, que porqué se quería estrellar con esa columna, a lo que el contestó: 
"Era un momento en el nadie me hacía caso".
Y toda su vida fue así, un extravagante, narcisista, egoísta y egocentrista en cuanto a personalidad, como en todos los aspectos de su vida. Quizás por eso gustó tanto, sobre todo, en su época Neoyorkina donde impresionaba con su locura a los burgueses adinerados de la ciudad. Como la famosa historia que también contó repetidas veces en algunas entrevistas sobre el escaparate de la quinta avenida: Cuando el surrealismo estaba de moda en Nueva York, le encargaron decorar dos escaparates en la calle más importante de la ciudad, fue tal el éxito que tuvieron que modificarlo. A la mañana siguiente, y al ver Dalí que habían cambiado su obra, entró al local y comenzó a destrozar su exitoso escaparate volcando una bañera peluda llena de agua para que se inundara la tienda haciendo que se rompiera el cristal del escaparate. Consiguiendo con todo esto, mucha más fama de la que ya tenía.
¡Un loco! Muchos diréis, y si, pero la verdad es que gracias a esa "Locura", revolucionó la pintura de principios de siglo con su exquisita técnica y en especial, su vanguardia con la que más se sintió identificado como es el Surrealimo. Aunque más tarde, en el último tercio de su carrera, etiquetara a su obra como Hiperrealismo Metafísico, estilo totalmente suyo e influenciado por los Hiperreaistas americanos.
En esa época de vanguardias y abstracción, Dalí, comenzaría pasando por algunas vanguardias: desde el impresionismo y puntillismo pasando por el cubismo hasta llegar a su surrealismo, siempre con influencias dadaistas y futuristas. Pero llegó a tener un cierto aire profético, prediciendo que volveríamos a la pintura figurativa y lo curioso es que la nueva vanguardia que más tarde florecería sería el Hiperrealismo.
Y como buen Surrealista, Dalí, pintaba mediante sueños. Según cuentan, nuestro genio dormía con una cuchara en la mano para que si soñaba, se le caería la cuchara y así recordar el sueño que había tenido para después usarlo como inspiración en su obra. Dalí y sus compañeros de estilo se inspiraban en lo más personal e introspectivo de cada uno, viajaban al único lugar donde nadie puede llegar excepto cada individuo con su respectivo pensamiento. 
Pero lo que diferencia a Dalí de absolutamente todos los artistas de su época fue, aparte de huir de la abstracción, la forma de pintar sus obras mediante conceptos científicos, metafísicos,matemáticos, filosóficos y místicos, inspirándose sobretodo en las nuevas teorías científicas de Freud y EinsteinTal como hacían los pintores de otras épocas (Sobre todo renacentistas) él pinto de una manera más trascendental, no solo para causar sensaciones, aunque también, si no para llegar a algo más, una búsqueda interminable y continua, una búsqueda del alma y del saber, el porqué de las cosas.
Como muchos sabréis, el mayor temor de Dalí fue la muerte, como cantaba el grupo español Mecano en su canción dedicada a él "(Eungenio) Salvador Dalí": "Los genios no deben morir" y es más, en su última aparición en televisión, casi sin habla y muy malogrado, sus ultima palabras fueron dedicadas a la injusticia de la muerte de los genios ya que, según él: 
"Cuando eres un genio no tenemos derecho a morir, hacemos falta para el progreso de la humanidad".
Y de lo que hablaba no era otra cosa que esa búsqueda que he mencionado antes, de lo místico, de la eternidad, llamada también inmortalidad. En esta etapa de su vida, según él, contaba con más amigos científicos y matemáticos que con "Gentes de letras" como poetas, escritores, otros artistas, etcétera. Y como fue en un principio, ya que, ellos le podrían dar la receta de la Inmortalidad del alma.
¿No nos recuerda esto a la manera que tenían los genios renacentista al crear sus obras? Y no solo ellos, si no también los maestros canteros medievales donde el juicio final era un tema más que tópico en la gran mayoría de las construcciones. Todos ellos buscaban en sus obras la conexión con el más allá, el contacto con lo divino para tener la certeza de la supervivencia del alma después de la muerte. 
Como su propio nombre indica, Salvador, y siempre según él, estaba destinado a salvar el vacío que había dejado  la pintura moderna en el Arte.
Vacío. Volvemos a lo mismo, el también creía que las vanguardia nos causaban sensaciones, si, pero no de forma trascendental para el alma. No pintaban el gran anhelo del ser humano, a vida eterna, el más allá, como hicieron durante siglos los grandes artistas que hoy estudiamos, pintaban para crear sensaciones mediante color y formas, mediante lo estético. 
Y para concluir diré, y aunque la encuentre un poco cursi, como decía Mecano en su canción: 
"Si te reencarnas en carne, vuelve a reencarnarte en ti que andamos justos de genios, "Eugenio" Salvador Dalí".

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